CAPÍTULO 07 o MI AGÜITA AMARILLA (Parte I)

La inmundicia, el calor árido, la pestilencia y la soledad, son los rasgos que trae un mundo post-apocalíptico. Para Tomás Sáez García esto no es más que su día a día.
El mundo no ha sido lo mismo desde que los islámicos se pusieran de acuerdo e hicieran detonar todas las centrales nucleares del mundo a la vez. Dejando el mundo hecho una puta mierda. Mutantes, bandas callejeras y un montón de basura radiactiva.
Tomás era un guardia civil en el antiguo mundo, un hombre que se conocía las carreteras y autopistas, un hombre con un callo en el culo de tanto conducir. Ahora es una cucaracha; así se les llama a los que sobrevivieron y van buscándose la vida.

Si algo he aprendido desde que soy una cucaracha, es que, en ocasiones, y por mucho que me joda, huir es la única solución.

Apenas han pasado unas horas desde que dejamos esa puta discoteca, y aún así, hay algo que no deja de rondarme la cabeza: John Cobra.

Otra de las cosas que he aprendido es a analizar las situaciones concienzudamente, ya que un paso en falso puede joder el trabajo de varios meses. O lo que es peor, puede llevarte a servir de caña y tapa para los jodidos mutantes.

Tenemos como hándicap la pérdida del Benemérita 1 y el AK, pero hemos encontrado un caserío medio abandonado en el que hay comida para al menos una semana, eso si se le puede llamar comida a una despensa llena de botes de ravioli. Mírame aquí, en un puto caserío, como si fuera una niña de la Casa de la Pradera. Me faltan las coletas, ya que la virginidad la mantengo en el puto culo.
Cuando llegamos huyendo de los esbirros del “tronista” la encontramos plagada de mutantes con bastante hambre, la verdad. El olor a putrefacción es algo con lo que he aprendido a vivir, de ahí que no me moleste que estén todos muertos, esparcidos y descomponiéndose aún más de lo que ya estaban. La niña vomita por cualquier cosa, y a mí está empezando a tocarme los huevos. “Tres reglas, Tomás, eran tres putas reglas, ¿tan difícil te resulta?”

La decisión está tomada.

– ¿Pero no íbamos a Castellón?

Moisés Tolosa
Moisés Tolosa

– Tú lo has dicho, íbamos. Pero ahora ya no vamos.
– Si crees que voy asustarme vas listo. Ya estoy curada de espanto, ¿recuerdas?
– Ni pretendo asustarte, ni me preocuparía en caso de que así fuera. Ya te lo he dicho. Te quedas aquí escondida hasta que yo vuelva. Que lo haré.
– ¿Y si no vuelves?
– Sí voy a volver.
– Pero, ¿y si no?
– Pues o te vas tú solita a Castellón o buscas un grupo de esos “amigos” tuyos para pasar un buen rato.

Mierda de niña, ahora me hace sentir culpable.

Voy de camino de vuelta a la Spook. Ya no puedo ni contar los callos que tengo en los putos pies. Llevo en la cabeza tres únicos objetivos: coche, arma y John Cobra. Espero no tener que lamentarme del momento en el que recordé que estos cabrones tienen reservas de keroseno, pero sobre todo, espero no tener que recordar a la difunta puta madre de ese viejo amigo que me enseñó que todas las fortalezas parten de una idea muy básica: es tan difícil entrar como salir.

Texto escrito por Haciendo Ruido

El equipo de Tomás Trastornao recuerda que esta es un obra de ficción y que solo escribimos para hacer reír o sorprender al lector, nunca para hacer daño a nadie. Nuestro lema es “vive y deja vivir”. Bamf!, Moisés y Gurguik.

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